El Museo Casa de la Memoria se ubica en el Barrio Boston de Medellín y fue desarrollado en conmemoración de los 200 años de independencia de Colombia. Liderado por Juan David Botero, como coordinador del equipo de diseño, el proyecto fue concebido desde un inicio como un edificio reconocible para la comunidad y los visitantes, tomando su forma plástica de la vivienda tradicional a dos aguas. "Es un museo para las víctimas de la violencia y por tal teníamos que lograr que fuera un espacio para todo; una casa, la casa donde la memoria toma vida", asegura Botero.
El equipamiento cultural de 3.800 m2 se despliega siguiendo la quebrada a modo de túnel, incluyendo en su interior salas de exposición, talleres, archivos, oficinas, y un auditorio. Su envolvente funciona como una piel plegada, incorporando una cámara de aire que absorbe el aire frío, lo inyecta por medio de la fachada y lo expulsa como aire caliente en su parte superior. Este efecto chimenea permite controlar los 30ºC de temperatura, típicos de la zona en verano, garantizando una temperatura interior estable y confortable. Revisemos en detalle su escultural envolvente térmica y acústica.
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Aspecto monolítico y forma plástica
Juan David Botero nos cuenta que los materiales utilizados en la construcción del edificio fueron elegidos por 'accidente'. "El diseño original estaba concebido un material más monolítico, con pocas juntas y de un comportamiento térmico y acústico ideal para albergar las obras y exposiciones en el interior. Este material no se pudo instalar porque los proveedores no se comprometieron con los tiempos de ejecución de la obra, lo cual nos obligó a buscar opciones que permitieran conservar la forma plástica del edificio, y que térmica y acústicamente funcionaran igual o mejor al especificado". A su vez, esta fachada debía poder resistir cualquier tipo de impacto físico, como proyectiles o amenazas climáticas.
Hace 7 años, el sistema EIFS era nuevo en Colombia, pero luego de una serie de análisis, el equipo de arquitectos decidió aplicarlo en el museo. El producto permitió envolver las fachadas inclinadas del museo, entregando una imagen robusta y expresiva, que responde adecuadamente a las inclemencias del clima local, tropical y lluvioso.
Fachada ventilada
El edificio es un costillar formado por estructura metálica de 50 cm de espesor. Hacia afuera se ubica el revestimiento externo, compuesto de aproximadamente 7 capas, incluyendo polietileno, mantos, impermeabilizaciones, y el acabado externo que le da su color y textura.
Hacia el interior, el edificio incluye paneles de yeso y entre ellos, una cámara de aire que permite que el edificio mantenga una temperatura adecuada sin tener que emplear ventilación mecánica. Aunque los vecinos, acostumbrados al ladrillo, cuestionaron inicialmente el revestimiento del edificio, Botero asegura que "el sistema se ha comportado bien, y su mantenimiento es igual que cualquier otro material de uso público".
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Revestimiento de piedra reventada: exaltando la forma y destacando la vegetación
Al estar inmerso en el Parque Bicentenario de la ciudad –área recuperada con especies nativas–, desde un inicio se pensó en un acabado neutro y poco llamativo, dando mayor protagonismo a la vegetación y los árboles del lugar.
"Consideramos, desde la concepción del diseño, que la forma del edificio era lo más potente. Así, el edificio es más neutro, más tranquilo y en el tiempo no requerirá de mucho mantenimiento. Optamos, entonces, por un gris oscuro, compuesto por piedra reventada inyectada a presión de aire", agrega el arquitecto.
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